domingo, 18 de septiembre de 2016

Por los Liberales: Abogados de causas perdidas

Por los Liberales: Abogados de causas perdidas.

Hace algún tiempo aterricé en las redes sociales. Lo hice para comprobar si era verdad todo lo que se decía sobre la agilidad para conocer la actualidad, las noticias, lo que pasa en el mundo. Al principio me impactó comprobar la facilidad con la que se puede comunicar y recibir la información. Luego descubrí que la población que se alimenta y alimenta las redes sociales es muy variada e impetuosa. Mi primera reacción fué la de clasificar a las redes como el alcantarillado donde vienen a depositar sus reacciones viscerales la mayor parte de los participantes. Luego he ido modulando mi juicio de valor al comprobar que hoy día todo el mundo está en las redes sociales. En consecuencia, hay de todo, como en la “viña del señor”. Pero lo más importante que puede destacarse es que la gente se agrupa en colectivos con imaginarios, sobre su visión de la vida, parecidos. Cuando uno analiza dichos colectivos se encuentra que su tamaño es directamente proporcional a su ignorancia y a su fe en el líder. Es destacable la repetición de las consignas que establecen los líderes, cualquiera que sea su ideología, sin añadir valor alguno a dicha consigna. Por ejemplo: Pedro Sanchez dice que no es no y toda la patulea del colectivo repite lo mismo. Rajoy dice que tiene el derecho, que le otorgan las urnas, de formar gobierno y todos sus seguidores lo repiten cual papagayos. Es decir, los colectivos son autenticas masas de personas cuyo imaginario es incapaz de filtrar lo que hay de verdad en las consignas que siguen, creyendo encontrar en ellas una explicación para su drama personal. Es decir, el principio de causalidad se construye aplicando la demagogia del líder de turno, aunque no haya relación alguna entre causa/efecto. Por ejemplo: los socialistas, todos, dicen que la crisis española fue motivada por la crisis de las subprime. Los Pperos dicen que la creación de puestos de trabajo son la consecuencia de su política laboral. Por los ejemplos puede inferirse que las noticias buenas son consecuencia de las políticas del gobierno de turno, las malas son debidas a circunstancias ajenas al gobierno. Esta actitud, para mí, es la manifestación clara de la irresponsabilidad de unos y otros. Y prueba de ello es que cuando han perdido las elecciones nadie dimite.


Toda la introducción tiene como finalidad ensalzar a los grupos de personas liberales, que “habitan” en las redes, porque no están entre los grupos descritos anteriormente: todos aportan su granito de arena al imaginario de un mundo liberal; aportación que diferencia a unos de los otros. Este hecho puede explicar que la agrupación de colectivos liberales para alcanzar un tamaño crítico de influencia social no se haya alcanzado o conseguido todavía. En consecuencia, lo bueno y lo malo de sus principios no dejan de ser un brindis al sol para el resto de la ciudadanía. Un profesor de mi infancia calificaba esta situación como la del abogado de causas perdidas.
¿Por qué no se agrupan los liberales?.
Tengo mi teoría al respecto: No han encontrado la estrategia de lucha que los una.
He observado que todos los grupos liberales, y las individualidades, repiten frases eruditas de personajes famosos para transmitir ideas que podrían mejoras nuestra vida. El índice de autores es amplio y sus sentencias también. No se acaban, siempre hay alguien que saca alguna de la que no tenía conocimiento. Frases, todas ellas, que son evocadas por hechos, circunstancias, ideas, de la vida cotidiana que nos afecta. Estas reacciones se producen a consecuencia de que los hechos no se ajustan a nuestro imaginario liberal, al sistema virtual liberal que, si estuviera en vigor, podría haber resuelto el hecho criticado o denunciado. 
La pregunta es: ¿el hecho denunciado se ajusta a la Ley?. Muchas veces se podrá decir que no, pero hay otras, muchas, que se ajusta. En consecuencia, lo que criticamos no es el hecho, es la Ley que lo ampara.
Mi teoría se basa en que las personas juzgamos los hechos que nos afectan, no por criterios absolutos, sino por criterios relativos al imaginario con el que navegamos por la vida. Nos han enseñado, y han/hemos metabolizado, que tenemos muchos derechos y pocas obligaciones, salvo los impuestos. No es de extrañar que a la masa le parezca mejor todo lo que es gratis frente a aquello a lo que hay que acceder pagando. Por ejemplo: la enseñanza es gratis; todo el mundo está de acuerdo. La sanidad es gratis; todo el mundo está de acuerdo. La pensión de jubilación está asegurada; todo el mundo está de acuerdo. Sin embargo, para hacer frente a una crisis de ingresos, caída del PIB, el Gobierno ajusta los presupuestos, recorta en leguaje vulgar; nadie está de acuerdo. Luego, lo que pasa es que nadie, la masa, relaciona los ingresos con los gastos: los ingresos son esas cosas de Montoro. Los gastos,¿Que gastos?, si todo es gratis. Es el caso del niño que deja de recibir su paga mensual y le pregunta al padre si es que le tiene manía; en la cabeza del niño no le cabe que el padre no tenga ingresos suficientes para darle la paga. Pues bien, la masa considera que el Estado es el maná inagotable para atender todos sus derechos, cualquiera que sean estos, porque son gratis. El problema es que dichos derechos están recogidos en las leyes, mandatos que se convierten en positivos de obligado cumplimiento y los ingresos no alcanzan. La perversión del lenguaje político de que los servicios públicos son gratis y universales se han vuelto contra los que los venden: los políticos. ¿Por qué sucede esto?. Sucede así porque nuestras leyes están trufadas de privilegios, mal llamados derechos, que los políticos han vendido a la ciudadanía para conseguir el poder, empezando por la Constitución. 
Pero la importancia del hecho se acrecienta cuando se comprueba que para ofrecer esos servicios gratis -(privilegios, derechos)- se debe cercenar la libertad de elegir. Por ejemplo: La enseñanza es gratis, pero pública. La sanidad es gratis, pero pública, etc. Es decir, se sustituye el libre mercado, la competencia, por la seguridad del monopolio público cuyo coste es incontrolable.
Luego el trabajo de un liberal es denunciar las leyes liberticidas y gravosas que permiten engañar al contribuyente. Engaño soportado en el imaginario de la masa que no le permite distinguir la verdad de la mentira y además le esclaviza, provocándole el síndrome de Estocolmo.
Cambiar el imaginario de la gente es tanto como enseñar a la gente a establecer, de forma racional, la relación verdadera entre causa/efecto, con evidencias reales indiscutibles. Es establecer la verdadera relación entre la aplicación de una ley y sus consecuencias. Es, en definitiva, evidenciar en qué medida la aplicación de una ley nos afecta negativamente. 
Resumiendo, hay que cambiar la forma en la que la masa ve la circulación del dinero por su bolsillo. Hay que cambiar la forma en la que la masa toma el control de su libertad, de su responsabilidad. Hay que mentalizar a la masa diciéndole que la soberanía no es una cosa de la nación, ni del Estado, ni de la tierra que le vió nacer. La soberanía es un atributo del ser humano cuya gestión solo le compete a él. Nadie puede robar su libertad a cambio de tal o cual privilegio, que no derecho, vendiéndoselo como gratis. NADA HAY GRATIS.
Esta estrategia crearía una empatía en la gente hacia los liberales que ahora no percibimos. Empezarían a utilizar el principio de causalidad adecuadamente. Y, posiblemente, se cambiaría la tendencia actual imparable, socialdemócrata, por otra mas liberal.
No creo que la estrategia de inundar las redes con citas de ilustres pensadores liberales y políticos liberales tenga la mejor acogida. Y lo creo porque es difícil asumir principios que no se entienden. Principios racionales que no se asocian con el flujo de su dinero. 
Transformar las pasiones que dirigen el comportamiento de las masas en decisiones racionales no es tarea fácil. La sugerencia que propongo, con toda humildad en este artículo, es eso, una sugerencia. Y la hago porque considero que la opción liberal nace de la propia naturaleza humana. No es una religión artificial creada por un mesías salvador y buenista de la humanidad. Es la moralidad al servicio de la sociedad. Sus reglas básicas son las de la Naturaleza. Las decisiones son la responsabilidad de los individuos.
Podría decirse que un Estado liberal sería aquel que tiene unas reglas básicas de convivencia, basadas en la moral, y unas normas protocolarias que obligan a los individuos a celebrar sus acuerdos de forma vinculante y fehaciente, pero libre. Un sistema judicial que actúe rápidamente ante incumplimientos. Una seguridad que preserve la vida de sus ciudadanos ante agresiones internas o externas. La relevancia de las personas que administran el Estado quedaría relegada a un segundo plano.
Creo en el liberalismo y creo en los liberales. Y creo en ello y en ellos porque demuestran, día a día, que utilizan la razón para defender sus posturas, para rebatir al contrario, para proponer nuevas ideas y para reconocer sus limitaciones. No creo en posturas pasionales que denuncian los bajos instintos del ser humano para acabar con el contrario. Tampoco creo en las propuestas comunistas (socialistas) en el siglo XXI, con la excusa de que se hace para mejorar la pobreza, la desigualdad, porque las evidencias demuestran que han sido políticas irracionales de resultados catastróficos. La irracionalidad nace como consecuencia de que la ley que se aplica para pasar de una causa a un efecto esperado es incongruente con el problema a resolver; en consecuencia, los resultados son contrarios a los esperados: quieren bajar la pobreza y resulta que la  aumentan. Se dice que a los socialistas les gustan tanto los pobres que los multiplican por millones. Y esto sin contar los sacrificios humanos necesarios.
Me encantaría ver que la mentalidad de la gente cambia día a día haciéndose mas racional y responsable. Actitud propia del Ser Humano: que es animal racional. Reconozco que leyendo, u oyendo, determinadas declaraciones, uno ya no sabe a que carta quedarse, si a la de racional o a la de animal. 



En Madrid, esto es lo que pienso hoy lunes 12 de septiembre de 2016. Siendo las 13h 58m.

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