¿Es el bien supremo para el político la felicidad, la felicidad de los ciudadanos?.
Si tuviera que responder esta pregunta emocionalmente diría que no. Pero si la quisiera responder racionalmente creo que también diría que no: que el bien supremo del político NO ES LA FELICIDAD DE LA GENTE.
Consideraré que todos los políticos son honestos. Que sus acciones/propuestas pretenden mejorar el bienestar de la gente a la que gobiernan, o pretenden gobernar. Pero la categoría de un político se evidencia cuando dichas acciones, o propuestas, fracasan. Si se obstinan en no reconocer que han fracasado: porque ha fracasado su proyecto; en ese mismo instante, el político se convierte en enemigo de la gente. La gente lo sabe y deja de votarle, o debería dejar de votarle. y, si a pesar del fracaso de su proyecto y su fracaso electoral, el político practica el “sostenella y no enmendalla” al no dimitir, se convierte en un peligro para la Nación y el Estado.
Está escrito en todos los libros, y es un hecho comprobado, que al actuar la gente lo que pretende es salir de un estado para dirigirse a otro de mayor bienestar. Dado el primer paso vuelve a actuar para salir del estado anterior y dirigirse a otro de bienestar mayor que el anterior y así seguirá actuando, hasta que su capacidad y talento se lo permita, en busca de la felicidad, de su felicidad.
Pero claro, cuando hablamos de felicidad deberíamos preguntarnos: ¿a que felicidad nos referimos?. Cada individuo tendrá una escala de valores con arreglo a la cual definirá lo que es, para él, la felicidad. Si le hiciéramos a cada uno de los habitantes del planeta la misma pregunta las respuestas no tendrían por qué coincidir. Luego ¿cuales deberían ser las normas sociales para que los habitantes de la tierra pudieran vivir feliz y pacíficamente?.
Las normas sociales son la consecuencia de la evolución de las costumbres de las sociedades. Las normas sociales se convierten en normas jurídicas positivas de obligado cumplimiento como consecuencia de la actuación de los políticos elegidos por la gente. Pero los políticos redactan las normas conforme a un plan, o programa de gobierno, que la gente ha votado (en democracia). Pero el programa le ha parecido adecuado a la gente (impersonal), no a cada uno de sus miembros. A eso se le llama “interés general”, pero no se le llama “bien común”. Y los políticos cuidan este leguaje porque en ello les va su futuro: Interés general significa lo que el líder del partido diga que es interés general (lean las leyes y vean cuan frecuente se encuentra el termino entre sus artículos). Podría calificarse como la tiranía de la democracia, al consentir que lo que un individuo piensa, mas propiamente crea, sea lo que obliga a todos los demás. El bien común es el que busca la felicidad de cada uno de los individuos que componen la sociedad.
He dicho que el interés general es el que dicte el líder de un partido político cuando está en el poder. Como estamos en una democracia, el líder que gobierna puede cambiar en unas elecciones, entonces ¿sigue siendo válido el concepto de felicidad que nos “vendió” el anterior?. La respuesta es: NO. Es decir, cada líder trae una nueva “felicidad” a la que nos quiere someter; conseguido el poder, el líder tiene la legitimidad de decirnos lo que es bueno y lo que es malo, según él. Los demás debemos limitarnos a obedecer.
Vean, sino, lo que está pasando en España después de las elecciones del 20D 2015. El voto se ha distribuido de forma que construir un gobierno se antoja imposible. Un primer intento acabó en fracaso. Se celebran nuevas elecciones en Junio 2016; sigue el voto disperso imposibilitando la formación de gobierno. Han pasado nueve meses y parece que vamos a unas nuevas elecciones. La gente, perpleja, se pregunta: ¿por qué sucede esto?.
Para responder a la pregunta habría que relatar las conversaciones, acuerdos y discursos que los políticos sostienen durante estos nueve meses. Pero les ahorraré ese mal trago y expondré lo que, desde mi punto de vista, está pasando.
La corrupción, el nacionalismo y los privilegios, mal llamados derechos, marcan las agendas y las consignas de los políticos. Todos contra todos pretenden el blanqueo de sus acciones pasadas, para convencer a la gente de que ellos son los adecuados para gobernar. Las discusiones interminables se componen de trivialidades tales como: Feijoo dice que el voto a mareas es insensato; el PSOE le dice que lo retire porque es como si llamara a los ciudadanos tontos. El PP le dice al PSOE que es un partido poco fiable porque pacta con cualquiera (Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cadiz, etc). El PSOE le contesta que son gobiernos del cambio. Dicen que Rajoy no puede gobernar porque es corrupto. El PP contesta que si hay un partido político corrupto ese es el PSOE ( ERE, FORMACIÓN, FILESA, ETC). Las redes sociales hierven insultando a unos y a otros. Y así, durante nueve meses.
Trataré de ser un poco mas concreto. Pedro dice que Rajoy es un corrupto y por eso no puede gobernar, él, al no ser corrupto, puede gobernar; como si el ser o no corrupto fuera el único criterio para medir la capacidad de una persona para alcanzar la presidencia del gobierno. Y eso, a pesar de que el PP ha sacado 137 escaños y el PSOE 85. ¿quien llama tonto a la gente?. Ciudadanos dice que no apoyará a quien se asocie con los nacionalistas, en consecuencia ni PP, ni PSOE pueden formar gobierno. El PP le “pide la mano” al PSOE desde el 20D de 2015, sin éxito.
En consecuencia, no es un problema ideológico, ni de programa, es personal. Pedro odia a Rajoy, Rajoy odia a Pedro. ¿Alguien cree que estos señores piensan en la felicidad de los ciudadanos de España?.
Pero veamos lo que sus seguidores dicen: Todas las políticas de Rajoy son muy malas, dicen unos. Su argumento: los recortes. Si gobierna el PSOE derogaría todas las leyes que Rajoy ha aprobado. Pero no dicen cuales serían las leyes que sustituyan a las derogadas, se limitan a decir que son malas porque es un corrupto Rajoy y su partido.
La Historia dice que la República nos arruinó y dejó la guerra civil, Felipe Gonzalez nos arruinó, adelantó las elecciones, nos dejó el recuerdo de los GAL y un montón de parados; se necesitaron ocho años para recuperarnos. Un atentado conmocionó España y Zapatero consiguió el gobierno y nos arruinó otra vez y, ahora, Pedro pretende gobernar aplicando políticas socialistas fracasadas, aumentando el gasto improductivo, y va solicitando el voto o la abstención de los diputados ideológicamente afines, con la promesa de que “será generoso”: ¿será generoso con el dinero que no es suyo?. ¿Este es el cambio?. En mis artículos: El Estado: El Patrimonio de los Políticos y Los Derechos: El negocio de los políticos, reflexiono sobre el particular.
Con Aznar aumento el bienestar en España, y con Rajoy los datos macroeconómicos indican que la economía se recupera. Es decir, con los gobiernos mas corruptos, según ellos, el bienestar de España mejora. Con los gobiernos del PSOE el bienestar desaparece. ¿no es un contrasentido?. Lo lógico sería que con el PP el bienestar empeorara y con el PSOE mejorara, pues no, es al revés. ¿Es que el bienestar para el PSOE es el opuesto al del PP?, ¿Es que “fabricar 3M de parados, como hizo ZP, es un signo de felicidad?¿Alguien puede creer a Pedro, al PSOE, a los socialistas, cuando se analizan los datos históricos macro y micro?.
Por un simple razonamiento inductivo se debería pensar que el concepto de felicidad no es el mismo en un caso y en el otro. Pero si los políticos se empeñan en decir que la felicidad es la misma en ambos casos hay que concluir que los programas políticos de unas doctrinas y otras, para conducir a la felicidad, son diferentes: unos son coherentes con el objetivo que se persigue y otros no. De esto deberían discutir los políticos en sus debates y entonces pensaríamos que pretenden la felicidad para los que gobiernan.
He tratado de enfatizar que si la felicidad es el objetivo de todo ser humano. Si el ser humano es plural y diverso. No puede concluirse que la felicidad sea un concepto único y bi-unívoco. Es imposible satisfacer a todos los miembros de una sociedad con normas coactivas y/o coercitivas, basadas en las mayorías, para alcanzar la felicidad. Por encima de las mayorías está la libertad individual que obliga a los gobiernos a respetarla. No se resuelven los problemas de convivencia privilegiando a unos sobre otros. Luego las normas jurídicas que buscan la felicidad de los ciudadanos son aquellas que respetan los derechos individuales (no privilegios), que los defienden de agresiones internas y externas y remueven obstáculos para que cada individuo pueda desarrollar su proyecto de vida.
¿En qué medida los discursos políticos van en este camino?. Vulgarmente se diría que discuten sobre el sexo de los ángeles. Son incapaces de reconocer sus errores y sus limitaciones; en consecuencia son incapaces de corregirlos (porque no hay nada que corregir). De esta forma los ciudadanos de una nación están sometidos a los caprichos políticos que sumados a los problemas reales del día a día pueden hacer insufrible la vida en esa nación. ¡Que nadie me hable de que los políticos facilitan las cosas para que los ciudadanos alcancen su felicidad!.
COROLARIO.- La felicidad no la da el gobierno, ni la nación, ni el estado; la tiene que encontrar el individuo, si le dejan. En consecuencia, los políticos deben organizar el Estado para permitírselo. Porque el objetivo de un Gobierno, de un Estado, no es su felicidad, no puede serlo porque no tiene sentimientos; debe ser la felicidad de sus ciudadanos. Luego, todo comportamiento de los políticos que mire mas su ombligo que el de los demás habrá que condenarlo, retirarle el voto y echarlo de la vida pública. Si una sociedad no actúa de esta forma estará firmando su sentencia de muerte.
¿Ustedes se imaginan cuantos descubrimientos científicos se hubieran malogrado si los hombres de ciencia se hubieran comportado como nuestros políticos? .
Esto es lo que pienso en Madrid, hoy sábado 24 de septiembre de 2016. Siendo las 18h 45m