jueves, 22 de diciembre de 2016

Medir para Mejorar vs. LA DOBLE VARA DE MEDIR

En Calidad se dice que todo lo que no se mide no puede mejorarse.
Los altercados de hoy día, sean parlamentarios, mitineros, tertulianos, sobre cualquier cosa ligada a la política, me han recordado a Hammurabi (1811 a.c.-1750 a.c.). 
Hammurabi resolvió el conflicto étnico de su Imperio, compuesto de ciudades habitadas  por gentes de razas distintas y culturas diferentes, promulgando su Código Hammurabi de origen divino. Lo grabó en piedra y lo colocó a la vista de todos, porque a todos obligaba. Al ser su origen divino nadie osaría discutir dichas leyes. 



La estela de piedra que contiene al dios Shamash, entregando las leyes a Hammurabi, lo representan sentado con la “vara de medir y el aro” en la mano, símbolos de poder y justicia. Con esta imagen Hammurabi aseguraba el origen sagrado de la ley.



Evidentemente no pueden compararse épocas separadas mas de 4000 años. Pero el hecho de que la ley fuera sagrada tiene, para mi, una relevancia que no había visto antes: Conjurar el rechazo de la misma. Obviamente era mentira que la ley le hubiera sido revelada por dios, pero para una gente ignorante, dependiente de sus creencias religiosas, era un dato definitivo: contravenir las leyes de dios podría acarrear una desgracia a quien la infringiera. Hammurabi la utilizó porque sabía que acordar leyes con étnias tan belicosas y diferentes era tarea imposible, e hizo, lo que se hacía en aquella época, la implantó. Podría haber prescindido de la ley y aplicar criterios discrecionales, pero no lo hizo.
Imponer una ley hoy día se antoja difícil, por lo que el método Hammurabi será complicado aplicarlo. 
Acordar una ley es igualmente difícil porque al problema cultural, religioso, étnico o de cualquier otro signo, hay que sumar el problema ideológico. Las ideologías son el equivalente a las creencias de los antiguos, pero tienen el inconveniente de que hay muchas, es como si hubiéramos vuelto al paganismo. Ahora ya nadie cree en dios y por lo tanto nadie obedece las leyes divinas o sagradas. Es mas, se tiene a gala mofarse del que practica la religión católica y no de la musulmana. En consecuencia las negociaciones se convierten en un diálogo de besugos entre personas que utilizan principios diferentes en sus argumentaciones. 
Pretender que los principios de todos los litigantes sean los mismos es complicado, pero lo que sí puede exigirse es que utilicen las mismas unidades de medida para valorar los resultados. Y creo que aquí está la clave de los altercados sociales, con los que comenzaba el artículo.
Para utilizar las mismas unidades de medida solo es necesario incorporar a las leyes procedimientos de “medición”, -la contabilidad no es suficiente como estamos viendo-. Procedimientos que ponderen las distintas variables que componen los presupuestos para que su resultado sea un guarismo útil para todos. 
Si se considera una variable presupuestaria, por ejemplo la ley laboral, habrá que analizar su incidencia en la prosperidad del país. La prosperidad económica de un país está directamente relacionada con el trabajo. Parece lógico pensar que una buena ley laboral contribuirá a mejorar la economía y en consecuencia la satisfacción de sus ciudadanos. Hay que decir que la ley no coloca ni despide a nadie, pero facilita, o entorpece, que los agentes sociales arriesguen sus capacidades para mejorar: primero sus economías y en contrapartida la economía del país. 
El paro que atenaza la economía aconseja cambiar la ley. La ley laboral se modifica para mejorar las “sangrías” del Estado. Podrá decirse que es para bajar el paro, pero si así fuera habría una solución muy sencilla, la de IU, que las AA. PP. coloquen a todos los parados. Pero entonces ¿quien pagaría eso?. Luego, se cambia la ley para favorecer el empleo y aumentar, o no distraer, la recaudación. Y esto es así por la estructura piramidal de nuestro sistema administrativo. 
Para conseguirlo, unos proponen liberalizar la contratación y otros rigidizarla, (estrategias totalmente opuestas, como se ve). 
Los liberalizadores argumentan que si el desempleo baja, la recaudación subirá como consecuencia de la descarga en el presupuesto de la subvención al paro y porque cada empleado contribuirá con el pago de impuestos y Seguridad Social al PIB y fían la mejora del trabajador a que la economía mejore. 
Por el contrario los rigidizadores argumentan que hay que obligar a los empresarios a que hagan contratos fijos y bien remunerados, no hablan de la recaudación. En consecuencia, unos califican la ley como buena porque se crean empleos y otros la ven mala porque los empleos son precarios. Unos quieren derogarla y otros no. ¿Cual es la mejor decisión para mejorar la prosperidad?.
La correlación de las variables sectoriales de una economía están vinculadas como vasos comunicantes, la buena marcha de una se traslada a la otra y el resultado global es bueno y viceversa. 
LA DOBLE VARA DE MEDIR
Todo parece indicar que el problema de los acuerdos no reside en ser mas o menos liberal o mas o menos rigidizador, consiste en que LAS UNIDADES DE MEDIDA DEL OBJETIVO A CONSEGUIR SON DIFERENTES. Unos miden parados y otros miden precariedad y, atendiendo a este guarismo y solo a este, juzgan si la ley es buena o mala.
 Y yo digo, si se hiciera un algoritmo que ponderara todas las variables cualitativas y cuantitativas que influyen en los objetivos compartidos a conseguir, ¿no serviría este número para saber si el cambio en la ley ha dado los resultados esperados?. 
Si se hiciera una cosa así, resultaría que una ley podría declararse buena, mala, o regular; la hubiera hecho quien la hubiera hecho. Se sometería la sensibilidad del objetivo perseguido a la ponderación utilizada para descubrir cual lo mejora y cual lo empeora, pudiéndose prescribir las medidas de mejora casi consensuadamente, al no haber conflicto en la interpretación de los resultados del sistema de medida.
El objetivo sería descubrir de forma cuantitativa en qué medida influyen las ideologías en las decisiones gubernamentales. En que medida las actuaciones, aparentemente buenas, acaban castigando a la población.
Sinceramente, no creo que haya nadie que quiera que la gente esté sin trabajo, al igual que no creo que nadie se alegre de que haya gente que se muera de hambre, pero está demostrado que no todo el mundo tiene el privilegio de aplicar correctamente el principio de causalidad. Por lo tanto, dos ideologías contrapuestas con los mismos objetivos, si aplican estrategias opuestas, parece lógico pensar que una los alcanzará y otra no. Luego alguna de las dos estará equivocada y es muy importante saber cual. También podría suceder que no lo consiguiera ninguna de las dos, pero no contemplo este caso.
ALGUNOS EJEMPLOS .- PISA Y Cato nos ofrecen ejemplos de lo que digo.
En https://www.elcato.org/libertad puede verse un mapa interactivo con el índice de libertad económica de los Países del Mundo.
Las variables que analiza están en https://object.cato.org/sites/cato.org/files/pubs/efw/efw2016/efw-2016-appendix.pdf
A destacar los casos mas llamativos de caída de libertad económica: Venezuela y Estados Unidos.
Es conocido el caso de Venezuela y a mi ya me aburre, no así el caso de EE UU que presenta signos preocupantes. No es de extrañar el resultado de las últimas elecciones.
El Informe le dedica el capitulo 6 y empieza así:
“Chapter 6 Economic Freedom in the United States, 1980 to the Present
Dean Stansel and Meg Tuszynski
1 Introduction
Americans have long described their country as “the land of the free and the home of the brave”, a description immortalized in the American national anthem, sung before every major sporting competition in the United States. While that description was apt for much of modern history (at least compared to other major economies), over the last decade and a half that description has begun to ring less and less true.  e United States was ranked  rst in economic freedom among OECD countries as recently as 2000—and third overall, typically behind only Hong Kong and Singapore and, in some years, only Hong Kong—and had been since 1980. Unfortunately, it has been declining since then.  is chapter will document the pa ern of economic freedom in the United States over the period from 1980 to the present, giving particular a ention to the decline in economic freedom since 2000.”
Al menos, a mí no me ha sorprendido la conclusión del informe porque las políticas que se vienen aplicando son cada vez mas europeas y menos americanas.  O dicho de otra manera: están siendo cada día mas intervencionistas.
Pero el motivo de aludir a Cato no es para analizar sus resultados, sino para demostrar que cuando se quieren medir las cosas, se puede.
Gracias por visitar mi blog.